jueves, 15 de enero de 2009

ONCE 1 / "Introito"

Recorro las calles del barrio Once en busca de algo afinado, pero me resulta imposible encontrarlo. Me esfuerzo, busco bajo las piedras, fuerzo metáforas, miento poesías, alucino quimeras, invento palabras, pero no hay caso, todo aquí es desesperanza: el follaje de cemento, el cielo tras un velo de veneno y la humanidad sucumbida… … ¿Cómo he llegado hasta aquí?...: me tiró aquí la vida para dejarme en claro que el fin no es más que un espacio vacío desde donde inevitablemente volvemos la mirada en busca de lo que alguna vez descartamos… Mi ínsula: un cubículo -en el sexto piso de un edificio en decadencia- de escasos metros cuadrados con una ventana que da a la calle, desde donde observo el oleaje arrítmico del mar humano que malvive, sobrevive, guerrea, humilla, bosteza, odia, llora, grita, etc, en este barrio lóbrego, difuso entre árboles muertos y mierda y hormigón …. Aquí no hay identidad ni causa común ni banderas; aquí hay olor a tumba, un sabor amargo…: chinos a borbotones colonizando en paz el mundo, esclavizándose entre ellos ; peruanos, ecuatorianos y bolivianos viviendo más indignamente que los piojos que habitan sus cabezas, henchidos de pobreza; brasileros vendiendo droga y/o prostituyéndose como única opción; africanos comerciando joyas de lata; los judíos ricos que son dueños de todo, que andan dando pena, como si fueran sólo ellos los únicos que han sufrido alguna vez; y un resto de masa híbrida que no sabe ya cómo disimular la abulia y la muerte…
… En mi calle nunca existió el silencio real ni un aire puro…
Es esta la obertura de este lugar particular, donde miles de personas conviven diariamente de manera salvaje; donde para subsistir hay que ser un erudito del egoísmo… Once: ramalazo de esta ciudad hipócrita que es Buenos Aires, pedo de humanidad, bilis de amor, cometa oscuro y sin inflexiones… Caminaré por sus calles y no será necesaria la imaginación ni la ficción para pintar un mundo fantástico; solamente observaré y lo manifestaré tal cual es…; seré su espejo y dejaré que se mire, se toque, se peine… Cantaré su hambre y su empacho desde aquí, desde mi soledad, mi aislamiento y mi locura; lloraré junto a él e intentaré reír aunque parezca una utopía; me fundiré en él y seré parte de este cuadro pavoroso.
… Caliento agua y preparo café. Luego sirvo dos tazas: una para mí y otra para mi sombra.

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