miércoles, 14 de enero de 2009

El LOCO 1 / " Trochas "

1 / TROCHAS

… Luego de inmortales e incalculables noches -casi siempre devienen en mediodía- en las que mi cabeza caminó por las trochas del pensamiento, sin horizonte alguno, y hubo de encontrar pétalos alados, llegué a la irrefutable conclusión de que si Jorge Luis Borges hubiera tomado no más de una docena de cajitas de algún vino tinto de morondanga, y hubiera participado en algún asado que deviniera en jarana y lo encontrara bailando en pelotas a las seis de la mañana, con una peluca y una zanahoria de cotillón en la mano, hubiera ganado el premio Nobel;…, sin lugar a dudas… Además del afamado premio, hubiera conseguido que los cerebros obtusos como el mío pudieran entenderlo, además de admirarlo, sinceramente, sin una razón convincente mas que la impuesta por la opinión general, de cuya gran masa, pocos saben qué nos ha querido decir Jorge en sus eternas páginas, las cuales, al ser leídas, parece, otorgan al intelectual de plástico la actitud soberbia de decir “Leo a Borges”, impunemente, poniéndose por encima de cualquier ser humano al que le guste comer bifes a la plancha, por ejemplo…Algo parecido también sucede con la gran mayoría de los músicos de Jazz, que te dicen “…, yos soy músico de Jazz” -mientras practican una inflexión en la voz cuando dicen “Jazz” en pos de otorgarle americanismo-… Pensándolo bien -y ahora, mientras malescribo estas palabras- creo que si estos músicos tuvieran la posibilidad, o la voluntad, de escuchar durante dos horas, junto a un correntino ortodoxo, un repertorio selecto del amado Tránsito Cocomarola, que les dijera al finalizar el preámbulo existencial: “¡…y esto es chamamé, pelotudo!”, aprenderían mucho, sobre todo a no montarse a ese caballo, que es de Troya, y de madera…, y se incendia…, y te lleva junto a sus cenizas.
… Luego de inmortales en incalculables noches -casi siempre devienen en mediodía- en las que mi cabeza caminó por las trochas del pensamiento, sin horizonte alguno, llegué a la irrefutable conclusión de que cuando uno critica y se rebela contra las normas, contra todo lo que está establecido como un puñal clavado en la mente, se termina aislado en un manicomio; como terminé yo…, que por haber encontrado pétalos alados y haberlos tirado a un mar -el cual me venden por fuente de agua- pasé mil horas, y pasaré mil más, en este patio viejo, junto otros locos, leyendo libros que ya no comprendo, escuchando músicas que ya no siento.

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